Besos Anónimos
Siempre estuvieron ahi, besándose, sin importar las presurosas pupilas ajenas. Sus abrazos entibiaban mis mañanas de invierno, y mi alma se complacía con verlos entre la muchedumbre que camina medio dormida por los andenes del metro, ambiguos y perdidos con destino, antes de las 8:20 de cada mañana. Nunca vi sus rostros. Nunca vi sus miradas. Sólo sus abrazos. Un día de febrero, nunca más los vi. Ojalá que sigan besándose escondidos del ruido y del sol cansado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario