Y que onda con la corrupción, ah?

|
Cómo no iba a escribir sobre el último grito de la moda: la corrupción. Algo tan en boga y que tiene a todo el mundo político mancornado (término sureño). Bueno, hay un par de cositas que me gustaría contarles.

La corrupción no es generalizada entre los funcionarios públicos. Sólo están generalizadas ciertas prácticas como sacar la vuelta, tomar desayuno y blogear en horas de trabajo (ver post anterior, je), mover papeles de un lado para otro, que se le machaque la pega al único que trabaja, y otras. Pero eso no es corrupción. Es sólo cultura. Mala cosa, pero cultura al fin y al cabo. Tampoco hay faltas a la probidad. La probidad es la base de la ética pública y su máxima dice que hay que anteponer el interés general por sobre el particular. Los funcionarios públicos NO SON GATOS DE CAMPO. Son gente que gana muy poquita plata, pero que su trabajo hace que "las instituciones funcionen", parafraseando al ex Presi.

¿Entonces donde está la corrupción?: Volvamos a tercero básico e imaginemos dos conjuntos:

A = FUNCIONARIOS PUBLICOS
B = POLITICOS

La corrupción está en A intersección B. Es decir, donde una fracción de los elementos de A son comunes a una fracción de los elementos de B.

(No sé si matemáticamente está bien explicado, pero es ilustrativo, ¿no?)

La segunda cosita que les quiero contar, es que en realidad el problema no es que exista esta intersección, aunque si la condición escencial para que aparezca el problema. En realidad el problema es la crisis ética que vive nuestra sociedad exitista. Esa crisis que justifica cualquier cosa con tal de tener más plata, de aparecer en la tele, en tener más votos o aprobación popular. ¿Se han fijado que los más trabajadores siempre son los más bajo perfil?¿ Y que siempre hay un tipo que dice hacerlas todas, que parece hacerlas todas, pero en realidad hace nada?. Ese es el doble estándar que da de comer a media clase política, y también a varios simples ciudadanos.

A mi entender, el problema radical es que estamos en una sociedad con una crísis ética terrible, y que además es incapaz de mirarse al espejo y tratar de sincerarse con ella misma. La corrupción pública es la consecuencia de la corrupción interna, donde los valores son transados al mejor postor por meras prebendas de poder o exitismo. Ahora es cuando debemos preguntarnos que tipo de señales estamos enviando a nuestras generaciones futuras, cuando se insiste en que el valor de la persona esta en el tamaño de su chequera.

¿Y cómo solucionar el problema?. Para super héroes la situación no está, desgraciadamente. Sin embargo, creo relevantísimo que todos seamos capaces de impermeabilizarnos (puf!) de aquellas cosas que puedan corromper nuestro espíritu, y empezar a cultivar cosas más interesantes, como preguntarnos que tan generosos fuimos, que tan tolerantes, y que tanto de lo que hemos hecho hoy, nos sirve para mañana.

He dicho.

Vivir es atreverse

|
Desde pequeño nunca fui muy dado a eso de arreglar cosas de la casa; tampoco nunca le hallé mucho sentido, ya que estaban ahí mi papá y mi hermano mayor que eran expertos en lo que se les pusiera por delante: autos, enchufes, cañerías, construcciones varias, reparación y confección de muebles, y verbos varios como martillar, aserruchar, clavar, cortar, etc. De hecho, mi hermano mayor derivó esa veta en una profesión donde imaginar, armar y desarmar tuvieran que solucionar problemas (Diseño Industrial). Mi papá en realidad siempre era mucho empeño y cariño, pero siempre le costó: mucho know how y poco make.

Yo en cambio siempre me sentí fuera de ese duo dinámico en lo que se refiere a cosas de la casa. Ya tres eran multitud, así que mis labores siempre eran anexas: afirmar uno que otro madero (sobre todo mientras mi papá aserruchaba), arsenalero (conocía de herramientas sólo por el nombre), e incluso iluminar con alguna linterna el motor bajo la noche o la cañería bajo el lavaplato. Fue así como esas artes nunca llegaron a pertenencerme. Fue en ese pésimo estado intelectual-home-improvement que me casé y fui de la casa: sin saber poner un enchufe, cambiar un soquete, arreglar una llave, o martillar un clavo.

Cuando me fui a vivir a Valparaíso noté la preocupación de mi viejo por estas cosas en mi casa, ya que sabía de antemano que era un ñurdo con mayúscula para estos menesteres domésticos. Siempre me decía "Si necesitai poner un enchufe o instalar la lavadora, avísame"... yo recordaba su poco "make" y en realidad dudaba, ya que el make lo ponía mi hermano mayor. Su preocupación llegaba a tanto que me regaló una caja de herramientas (claro, con herramientas) cuando me fui de la casa, todo un símbolo de que algún día necesitaría ocuparlas.

En mis primeros siete u ocho meses de matrimonio, le hice el quite a cualquier cosa que tuviera que ver con alicates o gomas de llave. De hecho, de mi caja de herramientas ocupaba sólo lo necesario para abrir y cerrar un computador, que era lo único que manejaba en hardware. Fue así como ya en Santiago, y en una vivienda vieja que arrendaba, estuve obligado a ampliar mi horizonte técnico.

La casa vieja que arrendaba en Estación Central estaba medio colapsada en su grifería. De un día para otro, las llaves de la ducha se reventaron y estaban todo el día soltando agua. Intenté contacterme con un gásfiger mediante la corredora, pero los viejos eran muy chantas: las cosas las arreglaban y a los dos días el problema era peor. Tuve, necesariamente, que entrar en acción. Primero, sin saber mucho de grifería, abrí las llaves de la ducha, les cambié la famosa gomita, y quedaron ok. Ni yo me la quería creer. Luego, fue la llave del lavaplato: la llave pico de loro, un apriete por aqui y otro por acá, gomita nueva, y todo ok. Fue ahí cuando este asunto se transformó en una especie de hobbie que llegó a tal punto que un día me sorprendí haciéndole mantención a una llave. Fue entonces cuando caí en cuenta que se había abierto un mundo nuevo que, hasta ese momento, había sido vedado para mi: la autosuficiencia hogareña.

Cuando llegué a mi casa nueva, en realidad la grifería estaba nueva, así que nada que hacerle. Sin embargo, habían pocos enchufes y unos feos soquetes. Así que sin saber mucho de eléctrica, corté la luz (no hay que saber mucho para saber que debe cortarse la luz para trabajar en la red eléctrica), alicate de punta, corte de cables, y puse unos lindos faroles en el living comedor y el umbral de entrada. Todos los enchufes de la casa eran de una sola hembra, así que compré unas hembras triples y atornillador por aquí, alicate de punta por acá y zas, todo ok. Ahora tengo más enchufes.

Si les cuento esto queridos contertulios, no es porque crea que las cosas me quedan demasiado espectaculares, no. Lo que en verdad quiero transmitirles es que independiente del resultado del trabajo realizado, la necesidad también enseña. Enseña a valerse por uno mismo y a aceptar desafíos de toda índole. Enseña que mirar para atrás es darse cuenta que uno crece y se atreve a más cosas, a probar, a intentar.

He vuelto a propósito de...

|
... síndrome de página en blanco... esperen unos segundos... ya, ahora si...

Hola muchachos!!... tengo un par de cosillas importantes que decir: la primera, es que de nuevo me perdi de estos espacios, como un niño intruso e inquieto en la feria. Después de hablar con un buen amigo y primo (grax Marcelo) he decidido tratar de reencontrar el camino, pero esta vez prefiero plasmarme mas. Obviamente que hablar de cualquier cosa no es sencillo, sobre todo si se quiere encantar con las letras juguetonas que se manifiestan ante vuestros ojos. Lo otro, es que ahora en mi casa (nueva) no poseo conectividad alguna, y por lo tanto, me será complicado postear desde la casa, asi que unos minutitos desde la pega tendré que dedicar... (ojalá que no cachen quien soy ni donde trabajo)...

Dedicaré los próximos post a contarles un poco qué ha sido de mi y de mis locos pensamientos en estos meses de extravio...

Un abrazo a todos ustedes, anónimos